Hay una serie de principios que explican cómo elegimos nuestras parejas. El más importante de estos principios es la interacción entre las características de una persona y la apreciación de esos rasgos por la otra.
Proximidad: cuanto más se ve a alguien, se puede predecir su comportamiento y más cómodas llegan a hacerse las relaciones. Existe además el efecto de exposición que sugiere que una persona gusta más después de verla repetidamente. Claro que la proximidad por sí misma no es base suficiente para la armonía. Cuando las personas siempre están cerca, invaden la vida privada y se vuelven irritantes.
Apariencia física: existe el placer estético de mirar a lo que se considera bello. También se puede creer que cuando existe una envoltura bonita, el interior será más bonito. Otro elemento es el status que se asocia a ello (popularidad). Una cuarta posibilidad es que la gente mejor parecida puede ser más segura, competente y estar más satisfecha.
Características personales: no se trata del rasgo en sí mismo, sino la manera que lo percibimos. Cualidades como la generosidad, sentido del humor y buen carácter, influyen en el grado que nos sentimos cómodos con las personas. En moderación, la competencia, es otra cualidad que las personas admiran. La cuasiperfección parece ser rechazada, porque le recuerda a la gente sus propios defectos.
Similitud: Las parejas tienden a ser similares en cuanto a raza, edad, status, religión, educación, inteligencia, valores y actividades. Aunque es probable que si satisfacen los requerimientos de uno y del otro, los contrarios se atraigan hasta cierto punto. Una excepción a esta regla se da en las personas con baja autoestima, por el reforzamiento de las conductas propias en el otro.
Reciprocidad: Somos atraídos por las personas que han demostrado su "buen gusto y buen criterio" al gustarles nosotros. Nuevamente se revierte en los sujetos de baja autoestima, porque creen que se les miente interesadamente.
FORMACIÓN DE PAREJA
Al comienzo, cada miembro de la pareja se experimenta como un todo en interacción con otro todo y en este proceso de formar una nueva unidad, cada uno tiene que convertirse en parte del sistema pareja, ya que algunas veces se vivencia como pérdida de individualidad. Entre estas tareas se encuentran:
Acomodarse a la rutina que involucra el vivir junto a otro.
Lograr una separación de la respectiva familia de origen.
Reorganizar los encuentros y relaciones de la pareja con elementos extrafamiliares, y la influencia de ellas.
Disponerse a crear un nuevo sistema social.
En resumen, se deben conciliar los valores de ambas partes, desarrollar pautas que apoyen la acción del otro y ceder parte de la individualidad para ganar un sentido de pertenencia
Para elegir, se necesita libertad, la que Dios da al hombre por naturaleza, ya que los hombres tenemos inteligencia y voluntad, por lo cual podemos controlar los limites. Somos libres dentro de la naturaleza humana.
Acercamiento al concepto de amor
El amor es la forma más reconocida de vinculación afectiva interpersonal. La vinculación afectiva es definida como: "la capacidad humana de desarrollar afectos intensos ante la presencia o ausencia, disponibilidad o indisponibilidad de otro ser humano en especifico, así como las construcciones mentales, individuales y sociales que de ellos se deriva".
Está el amor como relación de pareja; el otro es el amor como un estado del ser. En el momento en que el amor se vuelve una relación de pareja, se puede decir que es activo, da y tiene cuidado, conocimiento, responsabilidad y respeto por la otra persona, con la que además, experimenta afectos intensos. El amor es una profunda necesidad de ser uno con el todo, una profunda necesidad de disolver en una unidad el tú y el yo. El amor como un estado del ser es una palabra totalmente diferente. Significa que simplemente se ama; no se está estableciendo una relación de pareja. No crea una relación; no pide que sea de una forma determinada, que alguien se comporte de cierta manera, que se actúe de cierta forma. No exige nada. Simplemente comparte. Y en este compartir, tampoco existe el deseo de recibir una recompensa. El mismo compartir es la recompensa.
Existe el amor fraternal, amor materno, amor erótico, amor a sí mismo. El amor en uno mismo es valioso: no tiene ningún propósito, no tiene ningún fin. Tiene una inmensa significación; una gran alegría; un éxtasis en sí mismo, pero estos no son fines. El amor no es un negocio donde importan los propósitos, las metas. Siempre hay una cierta locura en el amor. El amor no tiene razón alguna.
También hay formas frecuentes de amor irracional que son: el amor idolátrico, en el que se tiende a "idolizar" a la persona amada, siendo característico su comienzo intenso aunque de difícil permanencia; el amor sentimental, más fantástico que real, como el experimentado ante una película, novela o canción romántica, o en el recuerdo de un pasado común por el que se muestra un amor que entonces no existió, o la esperanza de un amor futuro inexistente en el presente; otra forma de amor neurótico pasa por el uso de mecanismos proyectivos, buscando las propias falta ignoradas en los demás, o la de intentar dar sentido a la propia vida a través de la vida de los hijos.
Según el amor de acuerdo al pensamiendo de diferentes etapas de la vida se puede decir que el amor infantil sigue el principio: `Amo porque me aman'. El amor maduro obedece al principio: `Me aman porque amo'. El amor inmaduro dice: `Te amo porque te necesito'. El amor maduro dice: `Te necesito porque te amo'.
Conclusión
La persona como tal es libre por naturaleza, por tanto tiene libre albedrio, por eso para satisfacer el amor que esta presente en todos, elige una pareja. Esta pareja se forma de acuerdo a nuestra identida y nuestro genero por el cual nos caracterizamos.



